Las Gordis

Las gordis nacen del encargo para realizar esculturas en bronce para una exposición en China, en 2017.
Como llevo 15 años haciendo figuras en arcilla polimérica representando a otras personas, y después de muchas vueltas, pensé crear un personaje que me representase, un poco, a mi.

The result was this character that started as my alter ego and later developed around my commissions as a designer. With it I represent situations that affect me, characterize me or are related to me during my life.
With them I combine the two areas in which I develop: personalized figures and design.

Texto para la primera Exposición de las Gordis:
La belleza siempre precisa de unos ojos que otorguen la belleza.  Sucede en ocasiones que las capacidades, la potencialidad, la experiencia y la formación combinan de tal forma que se activa irremediablemente el reloj desobediente de la vida. A Miriam Albasini, licenciada en Bellas Artes, diseñadora gráfica, marionetista y dibujante le ha llegado la hora de cruzar el Rubicón. Miriam nos presenta una exposición de siluetas femeninas en movimiento que nos lleva al maravilloso paraíso de la cotidianidad donde todos queremos volver, la sencillez y la armonía que vive siempre en nosotros. Hoy, donde todo está homologado, donde el arte es muchas veces un incisivo espejo que sólo devuelve temores, Miriam nos regala ese arte que es lo que se dibuja y lo que se oculta. Nada sucede al azar, la vida está siempre esperando encontrarnos en un escorzo de aquello que llamamos realidad. El término arte no sólo hace referencia a toda forma de expresión de carácter creativo que puede tener un ser humano, es también la capacidad para representar sus sentimientos y percepciones acerca de sus vivencias. En sentido estricto el arte necesita de un sentido estético y emocional para diferenciarse de la técnica. Y ese es el asunto nuclear del trabajo de Miriam Albasini. Siempre somos más viejos que nuestro rostro en sueños. No hace falta creer en el futuro para que la memoria se llene de recuerdos que a su vez van quemando la memoria, deshaciéndola, diluyéndola, volviéndola a su origen de memoria en penumbra. Miriam nos redime con un conjunto de obras que suponen un reencuentro cargado de emociones y recuerdos, un bálsamo de dulzura y de alegría, un sentimiento de nostalgia de la libertad y a la vez un canto a la naturaleza; un homenaje a la vida. El prodigio de su obra consiste en esa pujanza por desenmascarar todo lo que la carne esconde. Ciertamente vivimos como soñamos: solos, pero Miriam nos muestra libres y afortunados. Quizá contemplando la obra de Miriam Albasini seamos conscientes de que todo se precipita en nosotros mismos. Todo nos nombra. Es como una dulce costumbre que la vida aún tolera, como una tirada de dados a destiempo.Vivimos este tiempo que termina pero no ha terminado. Esas maravillosas figuras suyas nos estiran la existencia hacia la vejez y la niñez con una pasmosa naturalidad. En un circo de risas y lamentos lleno de tragedias que son farsas, de un eco sin su voz, del tiempo que nada identifica, de una caricia que se queda en roce, del efluvio que se nos vuelve oscuro, Miriam nos devuelve la luz del movimiento y la inocencia, cuando la pureza viajaba siempre con la certidumbre humana, y nos lanza una punzante pregunta ¿lo que se vive es sólo lo que se recuerda?. Y es justo ahí, cuando la eternidad es siempre pasto del presente, cuando Miriam desintegra el miedo, ese músico sin público donde las excusas cobran autoridad. Debiera uno vivir su vida lejos de sí mismo, lejos de la aspereza de los sueños más lúcidos, lejos de los consejos, que son brújulas de saldo que con sus agujas hieren, lejos de los colores que no existen. Y es en ese territorio donde Miriam nos pone frente a una obra que dice a gritos lo que nuestro modelo de convivencia, absurdamente humanizado, calla y calla. Es esta exposición un canto a la esperanza, donde todo, incluida la muerte, parece infancia. Contemplar la obra de Miriam es volver a la semilla de un deseo que se lleva el pasado y el futuro y nos devuelve a la más maravillosa esencia del ser humano.

VICTORIO MELGAREJO Agente cultural